Las vacunas de ARN mensajero (ARNm) fueron algunas de las primeras vacunas autorizadas para combatir al COVID-19 en algunos países de la Unión Europea y en los Estados Unidos. Aunque su desarrollo fue aparentemente rápido, el mecanismo utilizado ha sido investigado durante décadas, y es precisamente una mujer la que se encuentra detrás de este gran descubrimiento. Se trata de Katalin Karikó, científica húngara ignorada durante muchos años, y hoy considerada la madre de la vacuna contra el covid.
Katalin Karikó nació en Szolnok, una pequeña ciudad de Hungría, en 1955. Ella misma se describe como una niña feliz quien se interesó en la ciencia debido a que constantemente observaba el trabajo de su padre, quien era carnicero. A los 23 años Karikó comenzó su camino científico en el Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Szeged, en donde logró su doctorado en bioquímica. Años después, en 1985, emigró a los Estados Unidos junto con su esposo e hija, para tomar un puesto postdoctoral en la Universidad de Temple, en Filadelfia y, posteriormente, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania.

En la década de los 90, Karikó tuvo la idea de que el ARNm podría usarse para combatir enfermedades, quería usar las células del propio individuo infectado para fabricar la proteína que lo curaría al inyectarle un pequeño mensaje de ARN (tal como actualmente se hace en el desarrollo de las vacunas contra el COVID-19).
Lamentablemente, en aquellos días, era una idea bastante radical, cuyo riesgo económico no pudo ser solventado por ninguna institución a la que la científica se acercó. Incluso fue degradada de su puesto en la Universidad de Pensilvania por considerar que sus investigaciones no tenía futuro. Sin embargo, ella nunca se dio por vencida, a pesar de que fue diagnosticada con cáncer y su estancia en los Estados Unidos estaba en riesgo.
Recibía una carta de rechazo tras otra de instituciones y compañías farmacéuticas cuando les pedía dinero para desarrollar esta idea
Doctora Katalin Karikó
Todo cambió a mediados de 1997, cuando conoció al inmunólogo Drew Weissman, quien buscaba la vacuna contra el virus del sida y acogió la idea de la doctora Karikó para aplicarla en su campo. Al principio no obtuvieron resultados satisfactorios, pues el ARNm convencional que utilizaron tenía efectos adversos en el organismo causando inflamación y, en algunos casos, la muerte. No obstante, en 2005, descubrieron que al modificar una sola letra en la secuencia genética del ARN lograban evitar la inflamación y generaban una respuesta inmune fuerte, por lo que empezaron a emplear esta modificación.
A pesar de las mejoras notables que obtuvieron con el ARNm modificado, estos dos científicos volvieron a ser ignorados durante varios años. Fue hasta 2010 que un grupo de investigadores de los Estados Unidos compró sus patentes y fundó una empresa llamada Moderna, la cual, prometía tratar enfermedades infecciosas usando el mecanismo de Karikó y Weissman.
Casi al mismo tiempo BioNTech, una empresa alemana creada por Uğur Şahin y Özlem Türeci, dos científicos de origen turco, hizo lo mismo, ya que buscaban desarrollar vacunas contra el cáncer. En el año 2013, BioNTech reconoció el trabajo de la doctora Katalin Karikó al nombrarla vicepresidenta.
Para el año 2015, Karikó y Weissman publicaron los resultados de un estudio en donde colocaron el ARN en nanopartículas lipídicas, evitando así, que el ARN se degrade rápidamente en el cuerpo y facilitando su ingreso a las células. Hoy en día, la tecnología desarrollada por estos grandes científicos es utilizada para la elaboración de las vacunas de ARNm anti-Sars-CoV-2, la BNT162b2 de BioNTech/Pfizer y la ARNm-1273 de Moderna/NIH (Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos).

Todas las empresas de ARN mensajero, incluida Moderna, existen gracias al trabajo original de Karikó y Weissman. Merecen la parte del león porque sin sus descubrimientos las vacunas de ARN no estarían tan avanzadas como para poder enfrentar esta pandemia
Kenneth Chien, cofundador de Moderna
La doctora Karikó celebra esta noticia como el fruto de todo el trabajo que realizó durante años, y recuerda con nostalgia que en su juventud su madre le decía que algún día ganaría el Premio Nobel, algo que ella veía imposible, pues ni siquiera podía conseguir una beca o un puesto fijo en una universidad. Hoy, diversos medios consideran que ella y su colega deberían se galardonados con Premio. ¡Valió la pena el esfuerzo! No obstante, Karikó responde a los halagos con una mezcla de humildad y orgullo.
En los últimos 40 años no he tenido ni una recompensa a mi trabajo, ni siquiera una palmadita en la espalda. No lo necesito. Sé lo que hago
Doctora Katalin Karikó
En el futuro se espera que se aplique esta tecnología para tratar otras enfermedades; ya son varias compañías las que están desarrollando vacunas contra el cáncer, e incluso se sigue investigando la posibilidad de tratar el VIH mediante este mecanismo, no obstante, debemos resaltar la importancia que tiene apoyar las investigaciones, pues podrían ayudarnos en nuevas pandemias.